Eras mi sombra en los paseos, a veces tan cerca de mí que te tenía que decir que te apartaras un poco para no pisarte, eras mi guardián  cuando alguien se acercaba y ladrabas para hacerte notar con más voz que cuerpo, eras el velador de mis sueños, durmiendo siempre a mi lado, en ese duermevela que te hacía abrir los ojos como platos cuando me levantaba en mitad de la noche para ir al baño y me acompañabas para que nada me pasara por el camino. Tú que nunca querías quedarte sólo en casa e ir siempre conmigo por  si no volvía, y volvía, y me recibías como si hiciera años que no me veías. Se me ha vuelto a ir otra parte de mi vida y otro trocito de mi corazón. Me quedan los recuerdos de infinidad de momentos vividos, hemos disfrutado mucho contigo, de viaje, en paseos, en casa, en nuestro día a día, en todos y cada uno de nuestros pensamientos hay un buen recuerdo de tí. Seguro que allá donde vayan tus patitas peludas, que odiaban mojarse cuando llovía, llenan de luz esa parcelita de alguna estrella. Hasta siempre mi gordo, dale muchos lametones a Bombón y cuidad entre los dos de Zazú y de John. Nosotras nunca os olvidaremos. Gracias por estos diez años de tu vida que me has dedicado en cuerpo y alma.